Toda la vida hablando de segmentar público… ¿y ahora me dices que son los clientes los que me segmentan a mí?

Como es lógico, esto no te evita el tener que ser muy preciso con tus mensajes para aspirar a ser “segmentado”… al menos. Pero me apunto a la “movida” electoral de que no hay izquierdas ni derechas sino quien está arriba y quien está abajo.
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Y es que les falta aportar un dato importante. No es el grupo ni la entidad la que “se posiciona” a la izquierda o a la derecha. Son los votantes los que deciden si un partido está a su derecha (del votante) o a su izquierda. Y eso lo hace cada votante. Al vuelo; sin un análisis pormenorizado de nada. Llega con que Albert Rivera se toque el meñique o Pablo Iglesias se alise la melena. Es un impulso, una visión… nadie necesita analizar su programa económico o sus propuestas sociales para lograrlo.

Los demás (los de siempre) no tienen tanto problema. Ellos ya viven de ser la izquierda o la derecha para la mayoría de la gente. Parece que siempre han estado ahí (y es verdad) y vienen de una época (tampoco tan lejana, que no soy tan mayor) en la que posicionarse resultaba más fácil.

Pero para los nuevos, que alguien te considere a su derecha o a su izquierda significa que te vote o no. Esa decisión multiplicada por millones puede poner o quitar Presidentes del Gobierno. ¡Qué no hará con nuestros “modelos de negocio”!

De esta manera quiero advertir que existen dos grupos:

  • Los que ya están desde que en el mundo la gente “aprendíamos” a distinguir la derecha de la izquierda
  • y los que vienen “nuevos” y hay que posicionar de una manera casi instintiva (y por instintiva, visto lo visto, me refiero al instinto de supervivencia)

Cuando aparecemos nosotros en el mercado con nuestro producto y nuestra estrategia de comunicación esperando tocar la fibra sensible de nuestro público objetivo nos pasa algo muy parecido.

Podemos aspirar… Incluso podemos conseguir llamar la atención de esa (pequeña o gran) parte del público que nosotros consideramos nuestro objetivo; y que ya hasta por cierta mala leche llamamos “nicho”. Pero no podemos ni soñar con que cada una de esas personas se pare a analizar nuestra oferta, nuestro servicio o nuestro producto en profundidad para ver si lo que le ofrecemos le interesa o no. “Sólo” podemos aspirar al “encasillamiento” y esperar que ese “encasillamiento” nos proporcione el “voto”; que, como dije, no tiene mucho que ver pero está de moda.

No insistas. Eso no vale para nada. Es más: aburre. Y no hay nada peor que un “posible cliente” aburrido. Te marea y al final no compra nada.

Limítate a causar buena impresión para ser segmentado hacia el lado correcto: el bueno, el barato, el rápido, el profesional, el perfeccionista, el guapo…

Haz un ejercicio: Todos compramos en multitud de establecimientos que van desde las pequeñas tiendas de barrio y los puestos de una Plaza de Abastos hasta las grandes superficies comerciales; piensa en esas tiendas y marcas de supermercados e hipermercados que operen en tu entorno y en cómo los has segmentado.

“Pili”: la que abre los domingos. “Carrefour”: el que lo tiene todo. “Dia”: el de los descuentos. “Gadis”: el de debajo de casa. Lo primero de lo que te darás cuenta es que muchas marcas que realmente conoces se quedarán fuera de la lista; precisamente por no estar “encasillados” por tí en ningún sitio, y sin embargo sí lo estarán en la lista de otra persona que olvidará varios de los que para tí son indispensables; porque un día desaparecen y tú no comes. La segunda cosa de la que te darás cuenta es que este encasillamiento de los que sí recuerdas no responde a ningún tipo de análisis objetivo.

Dependiendo sólo de dónde vivas, “Gadis” podría ser “Froiz”, “Familia” o “Lupa”; “Carrefour” podría ser “Alcampo” o “Eroski”; y “Pili” podría ser (casi) cualquiera.

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