Super… Mercados

Los colores

Hemos venido insistiendo en que se ha demostrado que los colores cálidos llaman la atención hacia un punto determinado y los fríos dan pie, más bien, a la contemplación general y la pausa. Sería muy buena idea utilizar tonos cálidos para la señalización (tanto interior como, sobre todo, exterior) y un tratamiento más frío al interior; que queremos que nuestros clientes se paren a ver nuestros productos.

Controlar el ritmo del avance

Una de las máximas del márketing en centros comerciales es que “cuanto más tiempo esté el cliente, más se vende”. Ralentizar el ritmo de avance de ese cliente es básico. Para ellos se utilizan diversas técnicas:

  • Frenar el carrito… suena a chiste pero es así: los carros son cada vez más grandes (a lo que se une ese “deseo” por verlo lleno; al menos, un poco lleno) y entorpecen cuanto pueden el caminar. Su objetivo es frenar al cliente
  • Romper los itinerarios… cambiar de vez en cuando la situación de los productos para evitar que el cliente habitual construya mentalmente un recorrido previsto que le evite “pasear” todo el supermercado
  • Utilizar las llamadas de atención como freno… esos “habladores” que aparecen perpendicularmente a los lineales y que se interponen en la perspectiva del cliente cuando mira hacia adelante

Las alturas

Los productos con mayor volumen de ventas se situan a la altura de los ojos. Los ojos de un adulto están, más o menos, a unos 160-170cm de altura; los de un niño entre los 100 y los 120cm. Por encima de estos, se situarán los productos similares “pero más caros”; y por debajo los más económicos.

Los olores

Las flores, el pan, la bollería… se situa a la entrada del establecimiento. Este efecto de acitivación del olfato al abandnar la zona ventilada de la calle es fundamental a la hora de potenciar la “venta impulsiva”; que en muchos establecimientos supone entre un 30 y un 60% de las ventas.

Las formas de los números

Los números más atractivos, en cuanto a su forma, son el 5 y el 9. El “summun” es el 9,99… además, parece demostrado que los clientes no tienen en cuenta los céntimos a la hora de decidir si un producto es caro o barato.

Son solo consejos; pero de todas partes hay que aprender.

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