Amazon no es el “coco”

Un poco de historia ayuda. Para empezar, aclarar que es algo que yo percibo en mi zona de acción. Lo veo bastante en Coruña, mucho, muchísimo en Ferrol; algo menos en Santiago y Pontevedra pero también es muy evidente en Lugo, León, Ponferrada; o incluso en ciudades más grandes como Vigo, Gijón u Oviedo.

El comercio local en todas estas ciudades cayó porque cambió un ciclo y no hubo relevo. Independientemente de (o, más bien, acentuado por) que han pasado muchas cosas que han alterado los modelos de negocio que podríamos llamar “convencionales”.

Voy a trasladar aquí las revelaciones de un experto durante la noche de navidad; que, no sé si sabréis, en Santander tiene poco de hogareña. Lo que me dijo tiene que ver con aquello y luego yo lo identifiqué con otros entornos comerciales que conozco. Realmente, se puede aplicar.

Todas estas ciudades hace unos 60 años eran poco más que pueblos.

A Coruña pasó de 135.000 a casi 170.000 habitantes entre 1950 y 1960. Lugo de los 54.000 a los 66.000 habitantes u Oviedo de 107.000 a 134.000. Son cifras de aumentos de un 25-30% de la población que destacan sobre otras capitales que permanecieron más estables en este período como Santander que se mantuvo en torno a los 100.000 habitantes (fuente).

Eso, seguido o simultáneo al desarrollismo de los 60 que hizo que las ciudades no sólo crecieran en población sino también urbanísticamente (en tamaño), propició la aparición de un tejido comercial sobre ciudad de nueva construcción. De los 50-60 son barrios populares coruñeses como Maios, Sagrada Familia o las Agras de Orzán; con densidades muy elevadas y un modelo de edificación de bajo comercial y varias plantas de vivienda; pero siempre bajo comercial. Muchos de estos bajos arrendados con rentas “vitalicias” de 8,10, 12.000 pesetas (60€) al mes a una parte de esa población existente o “venidera”, con la que se creó una nueva “pequeña burguesía” que pagó alquileres, reformas, salarios, cotizaciones, carreras y oposiciones para sus descendientes; durante toda su vida laboral.

Llegados al final de esa vida laboral (pongamos 1995 – 2005) no hubo reemplazo. Sus descendientes eran Licenciados o Ingenieros, con posibilidades más allá del negocio familiar; amén de que los ascendientes habían utilizado su nueva posición social para labrarle un “futuro mejor” a sus vástagos más preparados en una Administración Pública (y anexos) que multiplicó por 4 su personal en la década inmediatamente anterior.

A esto se “une” la reconversión iniciada en los 80 que acaba a mediados de los 90 con millones de parados en las estadísticas; cuya única esperanza de llegar a la jubilación era “coger un traspaso y pagar unos autónomos”.

El milenio no empieza con Google… sino con una segunda generación “emprendedora” formada, básicamente, por parados reciclados, ninís de esos recién jubilados y gente que, en fin, no era capaz de hacer la “O” con un canuto. ¿Por qué no lo vamos a decir? Muchos aguantaron años tan sólo porque mantenían la red de contactos necesaria para que los negocios funcionaran casi como por inercia.

¿Ha cambiado algo la situación?

Pues sí… y mucho. Porque es entonces cuando, además, aparecen como setas los tan temidos Centros Comerciales y la posibilidad de encontrar cualquier cosa en cualquier lugar del mundo y comprarla con total seguridad. Aparece la comoditización y con ella la verdad innegable de que el mismo modelo de la misma marca SÓLO se diferencia en el precio. Poco importan la proximidad humana, la cercanía, la calidad del servicio y la atención al cliente; con lo que saltan por los aires los valores tradicionales del comercio local.

Es decir, el comercio local se cae porque no puede seguir vendiendo como hace 30 años y no es capaz de encontrar un camino nuevo. Para mí, el problema es el segundo, porque el primero no tiene solución: es una circunstancia y sólo queda tenerla en cuenta y apechugar con ella.

¿Deprimente?

Pues no tanto, porque si esa incapacidad para encontrar un camino nuevo es un problema es, precisamente, porque existe una solución: encontrarlo.

Aquí seguimos buscando.

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