¿Cuántos de vosotros trabajáis en vuestro negocio? En vuestra tienda, en vuestro comercio, en vuestra representación comercial, en vuestro establecimiento de hostelería, de hospedaje, de venta de los productos más variados…
¿Cuántos de vosotros llegáis al día 10 de cada mes con todo pagado pero con la cuenta a cero? ¿Cuántos ni eso?
¿Cuántos de vosotros habéis pensado que “hay que darle un cambio a esto” o que, de otra manera, es mejor dejarlo?
¿Cuántos de vosotros os habéis despertado por la mañana convencidos de lo anterior, pero sabéis que os acostaréis por la noche sin haber dedicado ni cinco minutos a responder otras preguntas menos evidentes pero igual de importantes: cambiar qué… cómo… a qué coste… con qué objetivos específicos?
La diferencia entre un emprendedor y alguien que no lo es, es, precisamente, esa: las respuestas a las preguntas. O las tienes o no las tienes. La razón ya no es tan evidente. Hay emprendedores que son capaces de contestarse a esas preguntas porque tienen tiempo; o porque lo organizan de otra manera. Hay emprendedores que responden a esas preguntas porque su formación se lo facilita. Conozco emprendedores que lo único que hacen es buscar solución a esas preguntas. Y les va bien…
Puede que esa cuenta que no se sabe si se va a cobrar o no… o ese pedido que puede tener salida o no tenerla; o ese presupuesto que hemos enviado hace una semana y del que no tenemos noticia no merezcan ni cinco minutos de nuestro tiempo. O puede que sí… pero si y sólo si el tiempo que necesitamos para dar respuesta a nuestras preguntas nos lo deja.
¿Tienes algo que preguntar? Pues tienes una cajita abajo… Gracias y buenas noches.
